13/7/08

Un festival pasado por agua






Aunque Zaragoza acoja en su seno la Expo del Agua durante tres meses, en el presente relato no nos referimos a este evento, sino a otro acontecimiento de relevancia mundial que se daba cita en la capital aragonesa el día 12: el festival heavy llamado Metal Way.

Efectivamente, en el atardecer del viernes en tierras del Ebro, el agua hizo presencia reclamando un protagonismo que nadie -ni siquiera la Gota Fluvi, su pariente de la Expo-, le había otorgado. De hecho, el cielo propinó una lluvia intensa a la par que una bonita tormenta eléctrica, digna de un Thor consternado y espléndido al mismo tiempo. En otras palabras, cayó lo que se hubiera denominado tormenta de verano de no ser por la descomunal tromba de agua que propició. Se han descrito anteriormente lluvias torrenciales, sin ir más lejos, en el Diluvio Universal; pero en este caso, no había refugio alguno, por lo que complicó el viaje a los miles de personas -en vez de animales- que hacia allí se desplazaron. Sin embargo, aún hizo algo más: destrozó a su paso, cual caballo de Atila, las instalaciones de la Feria de Muestras -lugar donde se iba a celebrar al día siguiente el malogrado festival-.

Hablando estrictamente de conciertos, el día 11 en el mismo emplazamiento, se estaba ya disfrutando la segunda edición del llamado Monsters of Rock -con los famosos Deep Purple a la cabeza-. El Metal Way -previsto para el día 12 y cuya programación también se jactaba de comenzar a las 12:45 y prolongarse extenuante hasta las 2:45- contaba con un elenco de celebridades: Leyenda Prohibida, Lauren Harris, Rose Tattoo, Avenged Sevenfold, Barón Rojo, Iced Earth, Slayer, Iron Maiden y Avantasia.

Por lo que respecta a aquel momento, y como debió pasarle al resto de viajeros, dicha inclemencia meteorológica sólo nos complicó la conducción de la expedición, pero apenas nos preocupó: bautizamos con ironía tal fenómeno de la naturaleza como la nube apocalíptica. Al rato, ya en Zaragoza, los lugareños nos acogían entre exclamaciones de "¡qué mala suerte!". Claro, se referían a que con lo poco común que es la lluvia allí, nos había pillado de visita -y desprovistos de medios, dicho sea de paso-, y con una elevada probabilidad de repetirse en las siguientes horas, lo que significaría ver las actuaciones calados hasta la médula. Grandes conocedores del profundo Aragón, lo que no sabían es que la lluvia, combinada con un cierzo huracanado, ya había provocado daños irreparables en el susodicho recinto, accidente laboral con un herido grave incluido.

A la mañana siguiente, ajenos aún a esa cruda realidad, era emocionante identificar gente paseando por el centro que allí se encontraban inequívocamente por la cita musical. De algún modo, era como si al verse se reconocieran los unos a los otros como miembros efectivos de una misma comunidad. Aclaro: digo "inequívocamente" puesto que se correspondían con la estética arquetípica heavy, en especial los chicos. Aunque había de varias generaciones, preponderaban los que ya pasaban de la treintena. No en vano, este grupo era el que seguía más fielmente el estilo, de ahí que se hiciera más notorio e identificable. Por otro lado, la edad estaba en perfecta sintonía con el cartel, que daba pie a que acudieran dinosaurios con solera: varios de los grupos son considerados padres del género. De hecho, leyendas como Iron Maiden, Slayer o Barón Rojo -cuyo, curiosamente, primer disco está dedicado a la memoria de John Lennon- llevan en activo desde el año 80. Los demás grupos tampoco se quedan atrás: Avenged Sevenfold y Rose Tattoo más de cuatro lustros -de éstos sin contar con un paro en el medio-, y el líder de Avantasia, lleva cantando quince años. Si bien es cierto que por su corta carrera, Lauren Harris y Leyenda Prohibida podrían considerarse alumnos aventajados: ella, veinticuatro añitos, es la hija del fundador de Maiden, y ellos, banda local separada durante veinte años a causa de la trágica muerte del cantante, vuelven con nueva formación.

No obstante, el momento de confraternización máxima entre este colectivo, se produjo cuando se empezó a escampar la mala noticia: el festival se había cancelado. Todos se sentían desdichados y, como las penas compartidas parece que son menos pesarosas, allí estaban, intercambiando lamentos. El drama parecía ir in crecendo a medida que éramos testigos de más muestras de desasosiego: rostros lánguidos, palabras de desconsuelo, quejas y críticas a la organización -por parte de los más consternados-. Creo que la imagen que puedo evocar como la más descriptiva de tal dolor es dos heavies entrando en una tienda Disney; debían estar profundamente confundidos tras la tragedia.

Pero, como dice el refrán, al mal tiempo -y nunca tan literal-, buena cara, y los que decidimos capear el temporal sin recular hasta nuestras lejanas casas, nos replanteamos la jugada: invertiríamos los 65 euros de la entrada saliendo de juerga. El principio fue duro, pues desconectar de lo acontecido no resultaría fácil: melenudos y camisetas negras por doquier tras girar cualquier esquina. Pero con el transcurso de las horas, y con la llegada de más amigos, ya se hacían gracias hasta de los ídolos -imaginándolos gritando empapados-, o juegos de palabras como "el festival heavy se cancela, ¡qué heavy!". Bromas aparte, lo más curioso de la noche -además de comprobar que la hermandad del dicho colectivo seguía en los bares del Casco- fue conocer a un chico que decía ser el ganador de un concurso cuyo premio consistía en cantar con Maiden. ¿Sería acaso verdad? Lo fuera o no, el chaval tenía una pinta de amargado que parecía demasiado natural para acusarle de embustero.

Y bien, a pesar de que nos quedamos sin poder hacer una crónica y sin conciertos, salir por Zara-goza es una goza-da. La gente es majica y zonas de marcha no faltan. Aunque eso sí, no se os ocurra pedir un café en un bar de tapas.

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